Al despertar, un suspiro recorría el alma,
Una caricia iniciaba el placer, una vos tan dulce me susurraba amor.
Se entrelazaban los cuerpos refugiados en las sabanas,
Con calor cuerpo a cuerpo, se podía plasmar en la mirada el deseo,
El sudor viajaba sediento por sus caderas,
Mis manos recorrían sus montículos carnosos, alimento de la nueva vida, tan frágil, tan sensual, tan bella.
Sentía sus manos aferrarse a mi cuerpo,
Como pidiendo que no me alejara,
Detrás del palpitar del corazón, detrás de tanta agitación,
Se oía un gemido que despertaba aun más mis ansias
De estrecharla y la tomaba entre mis brazos como creando una fusión,
Como fundiendo entre las llamas del placer nuestras almas,
Oh majestuosa, aun siento las caricias,
La humedad generada por el placer,
Los suspiros perdidos en la cama,
Aun siento el deseo de tenerte de nuevo,
Mis labios aun no han terminado de recorrer tu cuerpo,
Con suaves y calidos despojos de amante.
Acaso en los sueños también me deseaste? Que ansias de amarte, de perdernos otra vez con el calor de nuestros cuerpos, entre las sabanas, en el pecado.