Concédeme.

Concédeme tus manos para cubrir mis otros daños
el puro palpitar de las huestes de tu aliento,
las consultas del santo en brevisimos desengaños
el silencio de los otros para vestir mis lamentos,
Concédeme la piel, esa que llevas en mis tejidos
las secuelas del ladrón, y las musas del poeta,
el agravio del deudor, y tus próximos latidos,
aquello que no se compra, porque nunca está en venta.
Concédeme las palabras y los pinos de tu siembra,
el ruido de los pájaros cayendo en tus falencias,
las noches de tus insomnios, cuando callas despierta
y duermes en esos ruidos donde mis besos te alimentan,
Concédeme la amplitud y el sentimiento de apariencia
la presta ocasión de mojarte en tus instintos,
el santo sacramento de una noche que calienta
el frío de tu cuarto... cuando me miras distinto,
Concédeme la visa para pasear por tus embajadas
constelación de caricias que quedan al descubierto,
no he mentido al decirte que muero por una mirada!
pues de nada me serviría decirte, que eso no es cierto,
Concédeme la ubicación de tus amplios paralelos
regiones que rociaré con mi exquisita intolerancia,
concédeme el orgullo de decirte Te quiero!
cuando nada se aparece en perfectas añoranzas,
y aún en la consecuencia obsenas de mis falacias
cuidaré de ti a pesar de lo que te digan,
porque eres la única verdad que en tus estancias
me ven con esos ojos que huyen a la mentira,
y concédeme la paz de morir entre tus pechos
besando sus crepúsculos de miel y de agonías
llevame a tus cielos y será un trato hecho!
estando tu en mi piel y yo...yo dentro de tus valías.