Chiquilla...

Te echo de menos tanto que hay algo aquí en mi pecho,
algo que me deprime, que me duele y sofoca
y que todas las noches me revuelca en el lecho
y que el sueño me ahuyenta, me trastorna y me aloca.
Es un demonio mudo de mirada tan mustia,
que de sólo mirarme, viene a ser como un fardo
tan pesado, que agota mi esperanza y la angustia
crece en mi alma lo mismo que en los campos el cardo.
¿Por qué ignotos lugares andarás? ¿por qué valles?
¿En qué cielos altivos se desliza tu amor?
Sabes bien que a tu paso se iluminan las calles
y que ahí donde pisas siempre crece una flor.
Bien que sabes que dejas encendidas tus huellas
como un surco que espera la simiente anhelante,
como si al firmamento le faltaran estrellas,
pues se enturbia lo mismo que mi espíritu amante.
Vuelve, vuelve ¡oh chiquilla! que ya llega la noche
más oscura que nunca, más amarga y sombría;
y mi cuerpo es un títere, un absurdo fantoche
confundido en la sombra de su melancolía.
Vuelve ya, que agoniza lentamente en su lecho
este vate que muere sin tu dulce presencia
y que siente que el alma se le escapa del pecho
cada noche que bebe de la hiel de tu ausencia.
¡Ay, el viento en la arena levantando ilusiones,
despertando quimeras, sacudiendo esperanzas!
¡Ay, la nave del tiempo sobre oscuras prisiones
do' las rejas semejan esqueléticas lanzas!
Volverás. Me lo cantan las gaviotas en vuelo,
me lo dice la tarde, me lo grita la mar.
Y un suspiro se eleva de la tierra hasta el cielo
y un sollozo se ahoga cuando empiezo a llorar.
Volverás. Ciertamente volverás ¡oh chiquilla!
y será el mismo viento quien te marque el regreso.
Me hallarás esperándote paciente a la orilla,
con los labios abiertos, como ansiando tu beso.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC