EL MOSQUITO FACINEROSO

Y yo que duermo bajo palio

para evitar a los mosquitos.

Pues resultó que una noche

allá por el mes de Julio,

que al colocar yo aquél manto,

de agujeritos muy tupidos,

pues que un mosquito facineroso

quedó bajo el velo cogido.

El intentó varias veces

salir de aquél escondrijo.

Pero viendo lo imposible,

se tumbó y quedó dormido.

Pero cuál no fue su sorpresa

  cuando despertando un poco aturdido,

vio que todo un gigantón

junto a él  permanecía tendido.

Y entonces él se dijo:

Aquí estoy encerrado.

Nadie hay conmigo.

Nadie más que yo

dispone del paraíso.

Así que vengan noches

que también discurran los días

que yo teniendo a este fantoche,

nunca me faltará la alegría.

Le chuparé entre las barbas.

Le chuparé la barriga.

Le chuparé entre las bolas

y también le chuparé la minga.

Y me chupó donde quiso

y bebió de mi sangre cuanto pudo.

Y embriagado de gusto

junto a mí quedó dormido.

Y yo que estoy como loco

rascándome sin remilgos,

cuando lo veo lo acecho

y con toda la fuerza que tengo,

le doy un mamporro y lo dejo

mísmamente patitieso.

y con las trazas que tiene

la papilla del afrecho.

Quedando yo dolorido

por la dureza de la pared.

Parece que estuviese herido

según la rojez de mi piel.

Y es que la sangre se expande

y hay grana  por doquier.

Ya que el maldito mosquito

no hizo en la noche otra cosa

que no fuera,  la del beber y beber.

Así que aunque me cueste,

yo voto por la extinción

de esta asquerosa especie

que tan solo pica molesta y sangra

con su pica de picón.

Y que no me vengan a decir

que si están aquí es por algo.

Que yo me voy a reír

de tanto monosabio

como Dios nos trajo aquí.