El niño perdido.

No hay quien detenga a quienes me condenan
a ver primero siempre el ocaso que la alborada
y como a las verdades sin piedad encadenan
los que alejan dones de la esperanza ansiada.
Se complacen en la mítica liturgia del estar
adorando la parálisis por sobre el movimiento
y dotando nuevo embrión con deseo de matar
así la obnubilación reina sobre entendimiento
Lucha el justo, mas siempre logra en sueños
la inequidad eterna que esclaviza la historia
perdiendo los dones de los que solo es dueño
el yo ideal que agoniza burlón en la memoria
Siempre la verdad del Ser, subyace tras la puerta
que Dios escondió en densos laberintos de llaveros
donde anagramas son la entrada cruel e incierta
a la ambición de encontrar la entrada del sendero
Buscar al niño, tras las burdas inercias de lo viejo
como rescatar saber y pasiones teñidas de pureza
prefigura caminos de luz y no falsos reflejos
cuya utopía se burla como del diablo la belleza