Pisaste al costado, diste vuelta y seguiste,
Te confundiste y te dejaste llevar por tu
instinto,
No sé si fue tu error,
Hiciste lo que quisiste, lo que sentiste,
Y ese imán del amor te llevo.
Yo no puedo,
No lo lograría,
El perdón me cuesta caro,
Mas cuando el dolor se apodera de mi pecho,
Llega a mi cabeza, y se pierde en desconsuelo.
En este preciso momento, no perdono, ni resisto tu
engaño, tu delirio,
Seguramente caeré al final de cuenta,
Así terminare.
Un corazón como roca, no perdona,
Pero explota,
Sigue tu vida,
Disfruta lo que te toca.
El perdón nace desde el corazón; si vuestro corazón se ha convertido en una roca, jamás florecerá y es que hay heridas que sangran y nunca cierran. Sentido su poema. De mi parte su DIEZ. Ivette Rosario.