Es tan fugaz su silueta distante,
como una nube que oscila en el parque,
surge imprevista de sueños remotos,
sobre mi esencia cual luz que renueva.
Ella regresa radiante de lejos,
y sin decirlo se va con el viento,
de más allá de los cielos sus ojos,
llevan silencios de gloria divina.
Como quisiera tener la mirada,
de una visión manteniendo el amor,
y el vaivén que consuelan sus brazos,
en un susurro de aromas floridos.
De su sonrisa aparece la dicha,
y en su lumbrera de clara bondad,
como una espiga ilumina los días,
de mis recuerdos felices de paz.
Lupercio de Providencia