Tocarán las campanas
en lo alto de la cima,
marcando las horas,
anunciando mi marcha.
Y en lo alto de la torre
se perderá tu mirada
siguiendo el camino
que se abre a mis pies.
Nacía en su mirada el horizonte,
moría a sus pies el mar,
lava la lluvia su rostro,
así nadie sabe que llora.
Esconde el viento quieto
su grito de silencio,
se elevan sus manos al cielo,
hincada la rodilla en tierra,
vacías caen en la arena.
Y ella miraba el fin de su mar
buscando en una vela,
el nombre que su amado grabó
en verde esperanza.
Se perdían en el mar sus lágrimas
y las recogía él en su manos,
entre la arena.