Quince minutos

MINUTO UNO:
Das un último vistazo
a la casa y a los muebles,
las maletas en el auto
y, en la mesa de la sala,
la carta y la explicación.
Es mejor así, sin gritos,
sin voces altisonantes,
sin escenas degradantes,
con silencio y discreción.
Cuando él llegue, por la noche,
ya se enterará de todo,
puesto que no hubo otro modo
de arreglar la situación;
ya le mandarás el coche
en alguna otra ocasión.
MINUTO 2:
Bajas por las escaleras
sin querer mirar atrás,
cierras con llave la puerta
y te sientas al volante,
te detienes un instante
y se te sale el corazón.
Luego sigues adelante,
has dado vuelta a la esquina
¿cerraste bien la cocina?
en fin, ya no es importante.
MINUTO 3:
Son las diez de la mañana,
los niños aún en la escuela
y Juventino en su oficina
¡ni siquiera se imagina!
va a ser un "dolor de muela";
¡no lo aguanta ni su abuela!
vamos, mujer, ¡ve y camina!
MINUTO 4:
Pudo haber sido distinto,
de hecho lo fué, al principio
allá, de recién casados;
los dos tan ilusionados
y todo marchaba bien,
hasta que el tal Juventino
(ahora tu flamante esposo)
petulante y vanidoso,
recibió su nombramiento:
Regente del Municipio.
MINUTO 5:
Entonces, todo cambió,
comenzaron las ausencias,
las juntas, los compromisos,
y se agotó tu paciencia
¡y llegaron los mellizos!
Por fuera, todo iba bien,
no les faltaba el dinero
pero ya no estaba él,
ni un abrazo, ni un "te quiero".
MINUTO 6:
Así, fue pasando el tiempo,
se acumularon tres años
y comenzaron las dudas
y, sí, también los engaños:
la tentación era mucha
y también muchos los daños.
MINUTO 7:
Pero un día llegó Fabián
como un soplo de aire fresco,
para alegrarte la vida,
gentil, alegre y galán
(casi de tele-novela).
En su primera visita
te vendió una aspiradora
con tanto estilo y humor,
y luego, el televisor
(que ya no funciona ahora).
MINUTO 8:
Todo fue tan repentino,
tan "fresco", tan natural,
fue jugada del destino
que lo puso en tu camino
como un golpe magistral.
Fabián te volvió a la vida,
revivió tu viejo sueño
y de nuevo fuiste querida
y fue tu mundo más risueño.
MINUTO 9:
Pero no fue tan sencillo,
"todo ideal, esplendoroso",
aún estaba tu esposo
que, por más que fuera un pillo
molesto, infiel, estorboso,
era un muro de ladrillo
frente a tu felicidad.
Fueron meses de ansiedad,
de angustia y de indecisión;
pero triunfó la pasión
y ahora cruzas la ciudad
rumbo a tu liberación.
MINUTO 10:
¡Sólo cinco calles más,
vas llegando a la avenida!
Todo está ya preparado,
"él" te espera en la estación
con todo su corazón
tiernamente enamorado,
y a comenzar otra vida.
No te debes de pasar,
en la próxima salida
dando vuelta a la derecha
¡vaya menuda cosecha
de besos y de caricias
la que te espera al llegar!
MINUTO 11:
¡Cuidado con el camión!
¿qué no ha visto la señal?
NO TE RESPONDEN LOS FRENOS
se te ha trabado el pedal
(se escuchan rayos y truenos)
después, todo es confusión,
entre fierros retorcidos
unos débiles quejidos
y todo quieto, al final.
MINUTO 13:
La sirena, la ambulancia,
las patrullas y la gente
(la multitud de curiosos)
y momentos angustiosos
tratando de retirar
el cuerpo de los escombros.
MINUTO 14:
El conductor del camión:
sólo contusiones leves
y alguno que otro raspón.
En el carro destrozado
se encuentra el cuerpo prensado
de una mujer elegante.
La rescatan con presteza,
pero el médico ambulante
mueve, lento, la cabeza
con tristeza en el semblante.
MINUTO 15:
El agente policial
se "cuadra" ante el oficial
y le muestra la licencia
que le encontró en su bolso
a la víctima inocente:
-"La credencial, mi teniente,
parece que era la esposa
de nuestro insigne Regente".-
Eduardo Ritter Bonilla.