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Cuando los padres quedemos huérfanos de nuestros hijos.
Y es que ellos crecen independientemente de nosotros
Como árboles murmurantes y pájaros imprudentes
Crecen sin pedir permiso a la vida.
Crecen con una estridencia alegre y a veces, con alardeada arrogancia.
Pero no crecen todos los días…
Crecen de repente, te toman de sorpresa.
Pero llegará el día…
En que se sienten junto a ti y, con una naturalidad increíble,
Te dirán algo –cualesquier cosa- que te indicará
Que esas criaturas a quienes hasta hace poco cambiabas los pañales…
¡Ya crecieron!
¿Cuándo crecieron que no lo percibiste?
¿Dónde quedaron las fiestas infantiles?
El juego en la arena, ¿los cumpleaños con payasos?
Ellos crecen en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.
Y ahora ha llegado ese día…
Ahí estamos en la puerta de la casa esperando,
Esperando no sólo que no crezcan,
Sino que aparezcan.
Que lleguen devuelta de la Discoteca
-Antros, les dicen ahora- o de la fiesta
Esa, que no nos pidieron consentimiento para asistir.
Allí estamos los padres… esperando,
Con el alma en un hilo, con un nudo en la garganta
Y cuando les vemos aparecer…
Nos tragamos nuestra angustia y suspiramos aliviados de su retorno.
Los vemos zumbando sobre patines,
Con sus cabellos largos y sueltos
Los vemos entre hamburguesas y gaseosas
En las esquinas… charloteando, haciendo alharaca,
Con música estridente y sincopada.
Los vemos con el uniforme de su generación
Y esas pesadas e incómodas mochilas en sus hombros
Atravesando calles, en parvadas,
Como zigzagueantes golondrinas y mezcla de jilgueros.
Acá estamos nosotros,
Con los cabellos canos
Y los ojos saturados de desvelos y preocupación por ellos
-Y ellos tan frescos como lechugas, tan rozagantes como manzanas-
Ellos crecieron con más libertad que nosotros,
Observando y aprendiendo con nuestros errores y nuestros aciertos
–Principalmente con los errores, que esperamos no se repitan-.
Llegará el día…
En que los padres, quedemos huérfanos de los hijos,
Pero ya no les buscaremos más en las puertas de los antros o los cines
Pasó el tiempo de las calcetas y la minifalda;
Del pantalón vaquero
O el combinado de ropas incandescentes y estrafalarias,
El fútbol, la natación y la música estridente...
Eso, saldrá por la puerta de atrás.
Ellos, pasarán a tomar el volante de sus propias vidas.
El día ha llegado…
Cuando nos dimos cuenta que,
Debimos de haber ido más junto a su cama al anochecer
Para oír su alma respirando.
Respirando conversaciones y confidencias
Entre las sábanas de la infancia.
Oír suspirar a nuestros adolescentes…
Ver más lo cubrecamas cubiertos de calcomanías, de afiches;
Su cuarto cubierto de carteles de sus películas y actores favoritos,
Retratos que hablan de sus nuevos amores
–Que ya no somos nosotros-
Agendas coloridas y música ensordecedora.
Ellos crecieron tan de prisa…
No nos dieron tiempo de agotar todo nuestro afecto.
Al principio viajes al campo, la playa,
Navidades, pascuas, piscinas con nosotros,
Después… ¡únicamente con sus amigos!
Y fuimos quedando cada vez más solos,
Cada vez más lejanos a ellos…
Pero siempre a nuestro pendiente.
Llegó ese tiempo…
En que viajar con sus padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento
No podían dejar a sus amigos y primeros enamorados
Quedamos los padres exiliados de los hijos
“Teníamos la soledad que siempre deseamos” …
Pero que amarga nos sabía sin ellos.
Llegó el día en que solo miramos de lejos,
Deseando que escojan bien en la búsqueda de la felicidad
Y conquisten el mundo del modo menos difícil y complejo posible
El secreto es esperar…
Llegará el día…
En que nos den nietos
El nieto es la hora del cariño ocioso
La picardía no ejercida en los propios hijos
–Por eso los abuelos son tan desmesurados
Distribuyen el cariño de forma inconmensurable, incontrolable-
Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto.
Por eso, es necesario hacer algunas cosas adicionales
¡Antes de que los hijos crezcan!!!!!
Así es…
Aprendemos a ser hijos, después de ser padres
Aprendemos a ser padres después de ser abuelos
En fin…
Pareciera que sólo aprendemos a vivir
Después de que la vida se nos va pasando.
A D. A.
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