Se rebela el corazón
ante la gris perspectiva
de pasar en soledad
el resto de nuestra vida.
A quien conoció el amor,
sus bondades, sus delicias,
no le puede conformar
tenerse que resignar
a un futuro sin caricias.
Pues nacimos para amar
y vivir en compañía
y es, entonces, natural
que lleguemos a extrañar
esa bendita armonía
que un infortunado día,
por una causa o por otra,
se nos llegó a terminar.
Quien lo tuvo y lo perdió
lo añora y busca rescatarlo,
revivirlo, recobrarlo,
si no con la misma pareja,
con otra nueva, especial.
Y quien nunca lo ha tenido,
no por ello se conforma
y se resigna a un cruel olvido;
se esfuerza en, por fin, hallar
a ese "otro" a quien amar
para ser correspondido
y, tal vez, recuperar
parte del tiempo perdido.-
Eduardo Ritter Bonilla.