El rayo de luz que entra por la ventana
besándome sin tregua la cara,
alienta mi cuerpo desnudo a la vida
pero no es suficiente para motivar mi vida.
Mirando con extrañeza hacia el horizonte
ese mismo rayo de luz siempre sosiega.
Es en golpe fulmínate que los parpados cierran,
una luz que se guarda sin jamás mirarla.
Mi mundo exterior tiene color y calor por ese rayo de luz,
se podrá decir que es casi un dios mortal,
pues parece omnipresente y omnisciente
pero no en todos esta de manera latente.
El rayo de luz del que hablo,
en la obscuridad nace a diario
me lo regalo un hombre que mira y es ciego
tal vez por eso anqué está conmigo no lo tengo.
Hacia el horizonte ese rayo de luz siempre sosiego bien poeta