Todo el placer brotaba de tu piel
morena, con la miel de los turgentes
panales. De mis labios el pincel
dibujaba en tus telas impacientes.
Y era tu corazón que galopaba
como el tam-tam de bélicos tambores,
y era tu piel morena que exhalaba
a mi contacto, mágicos olores.
Era a la sombra, casi en las orillas
concomitantes de ínclitas fronteras,
en donde compartimos a hurtadillas
nuestra intuición y...todo lo que quieras;
todo el placer, los goces más violentos,
los más insospechados y exquisitos,
la esencia de los puros sentimientos
sin tantos aspavientos y sin gritos.
Bramaban de ansiedad y tremorosos
en busca de recónditas delicias,
trenzados nuestros cuerpos calurosos
a un ritmo trepidante de caricias.
Mi mundo estaba ahí. Todo mi mundo,
la razón de mi vida. La respuesta
a todos mis anhelos. El profundo
consecuente sentido de la fiesta.
En tus brazos, amor de eternidades,
que lo mismo de prisa que despacio,
se rompían, al son de tus bondades,
esos mitos funestos del espacio.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC