No es suficiente, pero...

No es suficiente que la rosa florezca hacia adelante o que las espinas se sumerjan en nuestros dedos con el fervor de un sueño. No es suficiente que los domingos nos trituren con su melancolía o que los lunes nos atosiguen con sus ajetreos y tafirol. No es suficiente que los sueños se nos caigan como arena de las manos o que la realidad sea astilla de una barca naufraga. No es suficiente que los ocasos mueran con su angustia a cuesta o que el crepúsculo nos bautice en un charco de sol. No es suficiente que la esperanza se humedezca en versos de la miseria o que el olvido desayune en la cama del adiós. No es suficiente el fantasma que danza en la noche ni la mortaja percudida de los años. No es suficiente la calle con sus autos grises ni la neblina azul en los ojos turbios. No es suficiente la tarde soleada en su páramo de zozobra. No es suficiente el grito de loco en la arista de la bronca. No es suficiente el desván de la memoria sin polvos ni muros. No es suficiente el hollín de la desgracia ni la savia de la paciencia. No es suficiente sentarnos sobre la piedra de nuestra misericordia ni hablar en voz alta de lo que se pudo callar. No es suficiente que las manos se arruguen en la aspereza de los días ni que los techos del cielo se nos caigan sobre el pecado. No es suficiente la tertulia de nuestras ambiciones rengas ni el circo de nuestra vergüenza en pala. No es suficiente la historia en doce empalagosos tomos ni el mana que hace rato no golpea nuestras calvas. No es suficiente la mugre de los abyectos ni el sopor de tres jornadas de modorra. No es suficiente el látigo que trenzó la desidia ni los niños jugando en la plaza del hambre. No es suficiente la madreselva de la injusticia trepando nuestros hombros ni el rencor de los viejos dioses. No es suficiente el afilado bisturí de las nostalgias ni la maquina que teclea tu nombre en un murmullo quieto. No es suficiente nuestra vanagloria de cotillón ni la escalera de lo que no pueden subir más allá de sus derrotas. No es suficiente la ilusión de grueso calibre ni el espejismo que sobrevive al oasis. No es suficiente el misterio de esta idea inocua. No es suficiente el purgatorio como lavamanos. No es suficiente la pelusa debajo de nuestra conciencia. No es suficiente la imperfecta imaginación en una hoja amilanada. No es suficiente el tedio de todo aquello que nos divierte. No es suficiente la alegría que de vez en cuando se anima. No es suficiente la palabra puta que se vende en medio suspiro. No es suficiente el dogma de no claudicar en nombre de la santa desesperanza. No es suficiente el invierno con su consabido letargo. No es suficiente la bilis en un vomito de estupor. No es suficiente el pellejo estirado en las fiestas de la aberración. No es suficiente esta oración inútil. No es suficiente este tonto clamor. No es suficiente esta confesión entre dientes. No es suficiente este escupitajo de verdad. No es suficiente este retazo de corazón… no, no es suficiente, pero como pintan los días, creo que es bastante.
Sergio Damián Vidal