Amor dormido,
ya no te nombro ni te busco,
te dejé dormido, allá,
en los inmensos espacios perdidos.
Te quedaste en la niebla
al borde de la nada,
prendiendo la orquídea del deseo
en tus jugosos labios.
Pero yo sé que existes,
me basta con olerte en el viento
y siento tus amores, tus dudas y tus miedos,
sin que toques mi cuerpo.
Camino palpitante de amor
donde sepultaste, muerte,
nuestra boca al sentimiento serio;
y a la frescura de la esencia, el misterio.
Me basta con saber que cuento,
aunque la esencia, una de los dos,
se la llevó el viento.
Que sueñas, que imaginas,
que sufres, que adivinas,…
aunque la dulce frescura
solo llega a mis sueños.
Yo soy, amor sin condicionamiento,
paisaje de latidos de un desconsuelo
que agazapada espera el estremecimiento
de un crepúsculo hoy frío
que ardió en otro tiempo.
Corazón que galopa en otro universo
indiferente desde el instante
en que perdió su realidad
y encontró su sombra.