Caminar juntos

Aquel frío día de invierno
cuando el nacer se vuelve eterno
te conocí.
Pasaron los días
pasaron los meses,
pero siempre estabas ahí.
No me abandonabas,
me respetabas y en tu regazo
me acunabas.
Aun cuando los tiempos eran complicados
cuando el aire y la luz son rajados,
dirigí la mirada hacia ti
y supe que estabas ahí.
Nuestras rencillas tuvimos
pero, ¿qué hacer si en convivencia vivimos?
Encontramos el perdón, sin rencor
una y otra vez, para con en los ojos lágrimas
ahogar nuestra sed.
Resultaría dramático preguntar
a quien este poema dirigido va
una pista sencilla puedo dar:
Agradezco de corazón
y a la vez pido perdón a quien la vida me dio,
a quien con cariño me ofreció
el poder disfrutar el día a día,
el poder disfrutar de tu compañía.
Si no lo sabes ya
más claro no te lo puedo dar
eres tu…mamá.