El viaje interior

¿Sabes? Tengo el alma inquieta

de los viajeros incansables,

soñadora del mar y sus riberas,

de montañas imponentes, de palmeras

y desiertos entrañables.

Me inspira el viento huracanado,

 la húmeda selva murmurante,

y las misteriosas ruinas,

que subsisten como ecos del pasado.

 Los más agrestes paisajes me subyugan,

sin olvidar las tortuosas calles

de ciudades medievales,

sus antiguas murallas,

y de las agudas catedrales

los campanarios inquietantes.

¿Será quizás que mi sensibilidad

hace vibrar en mí la belleza

de recónditos parajes

y me impulsa más allá

buscando de la vida lo insondable?

Y suele llegar a mí la musa

que me inspira algún poema

cuando veo ante mí revelarse

la hermosura incomparable

de paisajes agrestes, y de mares,

de montañas majestuosas y glaciares.

Y el eco de la historia reverbera en mi alma.

Por eso bendigo que arda en mí

la incomparable pasión de conocer altares

donde antiguos habitantes rendían culto

a sus dioses enigmáticos y ancestrales.

¿Qué hubiera sido de mí sin este anhelo

que me ilusiona día a día con desvelo?

Dulce ansia de conocer exóticas tierras,

poder vislumbrar sus misterios,

sus fragancias,

o del desierto sus dunas y distancias.

Por eso agradecida estoy de sentir en mí

este vibrante impulso

que perturba mi alma como embrujo,

¿Será huida, sera evasión

de una realidad poco amable?

¿Tras este sentir me escudo?

En mi alma es pasión

y siento muy fuerte el influjo

de estas ansias de encontrar

un sentido más profundo.

¡Aunque dichoso es quien anida

entre cuatro paredes el mundo!

¡Y anclado en ese vasto rumbo

de su viaje interior

logra descansar

y contemplar la vida!

NADIA ESTELANIZ 19/06/2010