Ella me espera sentada en una esquina.
Me mira,
y me dice que estoy muerto.
yo la miro,
y ella se ríe.
Entra una sombra,
y me coge por el brazo.
Me llevan a la penumbra,
y yo me dejo.
Me alumbra la luna,
y en ella su rostro.
yo la miro,
y ella se ríe.
Lloran los grillos,
y en el prado yacen la rocas.
Todos esperan,
siempre a la espera.
Ya parto,
ya no la veo.
entonces sé
que estoy muerto.
Subo a las estrellas
y lo vulvo a saber.
Intento volver,
con todas mis fuerzas,
abajo,
mi vida,
y ella me esperan.
Veo a mi vida,
sentada a mis pies.
E intento bajar
de nuevo otra vez.
Pero unos querubines
me sujetan por los brazos.
Ya no hay tunel,
ni luz,
ni paz.
tan solo su rostro.
Acaso... ¿qué más da?