Elegía a un error de cálculo

El Placer se presenta como axioma, irrefutable,

esa curva de Higgs, la función del momento,

compañera, ella, es la variable estable,

que anula la entropía con un simple juramento.

Es un teorema lógico que me nutre y me asiste,

dentro de su fiel geometría me permito el reposo,

como unidad probada: el que ama y existe,

cuerpo de datos pulcro, brillante y dichoso.

Pero existe el fantasma, el no-amor abstracto,

una cifra sin base, una pura nulidad,

un concepto a priori, un perfecto artefacto,

pues, invalida el sistema con su meta-verdad.

Mi vida es, de hecho, un prodigio estadístico:

tengo todo lo real, la función cuadrática del ser,

más suspira mi lóbulo frontal, el más místico,

por esa x inhallable que no puedo poseer.

Es irónico, ¿verdad? el universo gira,

y yo, con mi lío completo de goce,

compro la hipoteca de una falsa mentira,

la nostalgia de un input que el cosmos no conoce.

Abrazo la materia, su calor y su forma,

mientras mi mente vuela tras un mero dibujo,

un disfrute es el stock, la esencial norma,

el no correspondido es el déficit de lujo.

Así me balanceo en mi doble existencia,

soy ecuación resuelta, el error fascinante.

Vivo en la Abstracción de mi propia paciencia,

en el intrascendente gozo, como el caminante

El status quo grita: "¡eres feliz, atrapado!",

yo asiento en silencio, mientras bebo mi té,

placer correcto, el amor, que yo he robado,

pero la mejor parte es aquella que no fue.