EROSIS...

Blandos placeres se agitaron embravecidos, y dóciles, por la embestida tremenda de sus ancas en la locura. Lomos furiosos en la percepción primera de aquel orgasmo alucinante que, húmedo, resbala por la colina de su vientre. Encendidas caricias en el enredo de su cuerpo entregado ya sin la memoria al cabalgar desnudo, trepando por los flancos recién nuevos e insolentes. Senos vultuosos temblando desesperados por la agonía lacerante e insospechada, en la cima ingobernable por el éxtasis y el desenfreno. Extendidos muslos, aferrando desahogos, se revuelven agitados agitando sus ardientes fantasías, que lascivos se enroscan a los labios y a la piel. Bocas lúbricas en el goce sensual y verde de la lengua en la lujuria, arrancándole gemidos a la carne en sus excesos. Manos, ardor, besos, afán, yesca; deleite supremo, último, por sucumbir extasiado junto al desvelo y tú.