Queda el recuerdo

Rumiando alguna idea desde el confín de mi sótano
y alumbrado por una luz tenue, me muevo entre
un montón de cosas guardadas, algunas de ellas recuerdos,
que me hacen reflexionar en como amontonamos el pasado.
Son cajas repletas que alguna vez han tenido su sitio
en privilegiados estantes y que poco a poco se han hecho inservibles.
Aquí estoy cómodo aunque me suba la humedad desde el suelo.
El único orden existente es el de mi mente,
allá donde mire está todo amontonado,
echado a perder sin ningún rigor cronológico.
Si escogiera algún objeto me pasaría horas evocándolo.
El tránsito se hace imposible, solo queda un escritorio en donde
acodarme y escurrir mis pensamientos.
Aunque el fuego como elemento purificador, puede acabar
con toda esta historia, dándome más espacio para pensar
en la idea que revolucionará, a cada uno de los recuerdos
guardados en los trasteros y que eternamente viajan
en el interior de nuestro corazón.