Del cielo ha caído
una Pequeña Diosa;
grandiosa de corazón,
en su rostro preciosa,
bajo su mirada el don
de la más pura belleza
que vestida de lindeza
atraviesa la razón.
Del paraíso cayó
la Pequeña princesa,
robándole todo su sabor
a la más dulce de las fresas;
amante apasionada
por las musas envidiada.
Traviesa y hermosa,
peligrosa y risueña,
mi Pequeña es deliciosa
cariñosa y atrevida,
es la fruta prohibida
digna del mejor paladar,
para cualquier príncipe
un cuento hecho realidad;
sus labios, un rico manjar
sus besos, azúcar y miel
yo quisiera ser su pelo
y resbalar por su rosada tez.