Tengo miedo de enfrentarme a sus encantos, de embriagarme con sus besos y sus modos, tengo miedo que al final sea uno de tantos, perdido entre la bruma y sus recodos. Tengo miedo de sus manos hechiceras, de esos ojos tan añiles como el cielo, tengo miedo de mis ansias traicioneras, y fundar en su regazo un tierno vuelo. Tengo miedo que me guste la manzana, y a extraviarme en el jardín de sus amores, mis temores, son la herida que no sana por saber que he sido infiel a mis honores. En la angustia de enfrentarme a este dilema. entre el quiero y él no quiero, sufro en vano, si lo acepto habré firmado el anatema, del destierro del edén al ser humano. He vivido en dignidad toda mi vida, caminando por senderos del orgullo, queda ya mi lucidez tan confundida. Si escucho mi razón o su murmullo. Tengo miedo de no ver lo que es tan claro, si endoso a mis sentidos lo que apuesta, un embrollo de placer oculta el faro, pudiendo naufragar con mi respuesta.