Ya no escucho palabras hermosas,
esas que ayer decías
cuando sabía que tu amor
me pertenecía.
Eran dulces palabras,
tan dulces, que me envolvían
en el mar de la añoranza.
Las extraño, las anhelo,
esas que dices ahora no las quiero,
les falta tu sentimiento
carecen de melodía.
Dices que no es cierto,
que es mi mente fantasiosa,
que tu amor aún es mío,
que imagino cosas.
Que desheche las ideas
que lastiman mi razón,
que te importo como antes,
que soy dueña de tu amor.
Quisiera creerte, amado mío,
pero tus palabras ya no guardan
la pasión de lo deseado,
tampoco tienen ya
tu ternura como marca.
Ahora son palabras simples,
que de tanto decir
se han desgastado.