Permanecen los sueños más preciados,
manifiestan de noche la nostalgia,
que idolatra a la luna en el silencio.
Con la lluvia la seda se emociona,
una gota cabalga al infinito,
se detiene en la luz de los recuerdos.
Con el viento la esencia se conmueve,
y la arena se vuelve melodiosa,
aromando la playa de la paz.
Con un trino la tarde se intimida,
sobrecoge el oleaje tan tranquilo,
y en las olas renace la esperanza.
Se aproxima la mano complaciente,
que acaricia a la rosa pretendida,
y estremece las almas con su amor.
Lupercio de Providencia