Es tu rostro de hoy, acumulo de horrores
que nacieron silentes, sin signos ni llamado
y crecen rictus o gestos, reflejos del pecado
esos que han sepultado virginales esplendores.
Duros surcos, crueles pliegues, y severa curvatura
anuncian sinfónicas que el invierno ha llegado,
y cronos deja estigmas por su espacio desdeñado
con el rigor de su ley, que secular siempre perdura.
Te miras una y otra vez en incesantes espejos
que no escuchan ni saben de suplicas ni ruegos
complaciéndose aunados en orgías de reflejos.
Tu rostro es hoy real imagen de tu vencido ego
que supuso ser inmortal, jugando con engaños
el fatal reloj detrás de juventud, nunca fue ciego