Cuando enlazamos las manos
y se cruzan las miradas,
nuestro cuerpo se confunde
y se entrelaza hasta el alma.
Miradas siempre sinceras,
cómplices, llenas de anhelo,
ardientes y apasionadas,
encendidas como el fuego.
Manos que juegan mimosas,
suaves tocan mis cabellos,
y tus dedos juguetean
y se enredan en mi pelo.
Ojos que miran mis ojos,
como nítidos espejos,
llenos de amor y ternura,
brillantes como luceros.
Sensaciones que despiertan
al albor de la mañana,
con el piar de las aves,
cuando la brisa temprana.
Misterios de dos amantes,
que se unen por amor
y nuestros cuerpos se funden,
y ya no somos dos.
Chelo Álvarez
3 de octubre de 2010
"Sencillas palabras"
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