Me encuentro en la tienda
donde este tiempo de angustia
terminar quisiera.
Solo observo,
me asfixio,
acelero el paso,
mientras este polvoriento suelo,
siento que
a mis pies quema.
Solo me percato,
de las pocas reservas que me quedan
agudiza mis sentidos,
señálale a mis ojos
hacia donde quieres
que vean.
Un momento.
Silencio.
¿Acaso escucho tu singular llamado a mi alma?
¿Querrás acaso que salga
de esta agobiante tienda
para demostrar
cuanto puedo,
junto a ti, ensancharla?
¿Qué me quieres mostrar?
¿Como a Abraham las distantes estrellas
de tu cielo sin poderlas contar,
y darme cuenta que junto a ellas,
las penas que hoy me abaten
ya no se pueden recordar?
Salgo,
observo,
enmudezco.
Junto a ti,
la calma y seguridad
encuentro.
Reavivo mis sueños
y mis versos,
cristalizo la visión,
ya no tengo temor
a aquello que debo enfrentar.
Me demuestras tu poder
recordándome
que todos tus dones son perfectos
me dices susurrandole a mi oido:
“Tus sueños a mi corazón
se han podido alinear,
eres mia,
no lo olvides,
tan solo debes esperar”