Como aroma fresca llegastes a mí,
una noche de luceros,
noche de terciopelo,
noche de luces y fantasías.
Grandiosa noche llena de belleza,
cuando tu rostro y el mío,
se acercaron aún sin conocerse.
Nuestras miradas se cruzaron,
sin explicaciones, sin un porqué.
Algo se movió adentro,
no era yo sola quien lo sentía,
tu también estabas en lo mismo.
Me intersectaste en las afueras
y fijaste tus ojos en los míos.
No se describir lo que sentí,
pero muy cerca estabas ya,
cuando con asombro te pregunté:
porqué me persigues?
y bastó una sonriza tuya,
para calmar aquel calor desenfrenado,
cuando pasando ya a mi lado,
me dijistes con ternura:
yo lo lindo y bello no lo dejo pasar,
por eso te busco con locura.
Y se concretó aquel encuentro,
aquel pacto, aquella inquietud,
que hoy disfruto a plenitud,
porque lo llevo muy adentro.