En la primera mirada
aumenta la vida.
Ahora, al final del día,
hemos crecido en entelequia;
pero miramos todavía
a ese montón de nada.
Sí, a nada y a todo
que por la vida pasa.
En la primera, caminamos
por donde nos llevan los pasos,
en libertad y pisando firme,
recorriendo el camino de la vida.
Porque mascamos el vivir
con sonrisa blanca
y mirada triste;
aunque, a veces, parezca
que miramos acerbo.
Salvo en nuestro aspecto
no castigamos a nadie,
nos castigamos a nosotros.
Establecemos nuestro cielo
y nuestro infierno,
pero, según dicen,
nadie es del todo feliz
hasta que muere.