NO AVERIGUES NO DEMANDES

No averigües, no demandes
quien empieza o quien acaba,
o quien ha de llegar a esa dársena de ideales;
a esa bahía de quimeras otoñales,
donde el cuerpo sin placer se ampara
y se anilla fradando en la última rada.
En la dársena de su puerto
sazonado en voluntades,
en duermevelas, en lejanas vanidades;
que con el tiempo ya se alejan
en el encanto de su doma.
Un puerto de utopías que se dibuja
sin pinceles y con silencios.
Un puerto que la imaginación, ilusa,
se hace nauta y vigía de su marea,
que es materia etérea y extraña; anillada
y fundida en la dura realidad
que impera en el día a día de la existencia.
Un puerto por donde el mas dulce de los seres
ha perdido su esencia y su arrope
pues se quedaron anclados en el acíbar
de los arrecifes hirientes