Hermosa madre, la luna te canta
todas las noches canciones de cuna,
fui el Rómulo, que de paso amamanta
ese pequeño a la luz de tu luna.
Las estrellas cuelgan y se resbalan
sobre tus pechos de fruta madura.
Remo y otros hermanos te regalan
sus dulces sonrisa, amor, paz y cordura.
Madre; tus labios secos derretidos,
a pesar dibuja paz en los olvidos
dulce agua que nuestras frentes limpió.
En mis oídos tu voz es melancolía
pura, que es presente en mí todavía,
quise eterno, pero el tiempo impidió.
Autor: Alcibíades Noceda Medina