AVENTURA INACABABLE

Con qué ardiente prisa
y con qué incontrolable fuerza
el pecho encendido palpitaba
en su desenfrenado extasío;
sus manos extendidas pugnaban
en un alocado trasnochar de ideas
aferrarse a los bordes húmedos
de labios sangrantes y apretados
en el medio mismo del hartazgo
con que se entrega a tantos embeleso,
ya sin límites en la osadía urgente
procurando que mis besos muerdan su talle
en un inacabable y alocado desvarío;
bajo la muda brisa y la aliviada prosa
sus excitadas entrañas reventaban
incontrolables en arrogante rebeldía,
querían brotar del pecho turgente
y brincar rígidos para besar mi boca.
Quería darme espléndida y mansa
sus férvidos y jugosos labios
y a través de su besos encendidos,
cual feroz saeta,
clavar su lengua embravecida
en el medio de mis dientes,
para así,
melancólica y mustia
como el débil rumor de voces
que se dilatan quedas en el ocaso,
oírla chillar en el alboroto
y sentirla suspirar de deleite y gozo
porque aquella creación vedada y confidente
se cubrió de sueños y se puso la prisa
arrojando muy lejos de ella el largo velo
para prenderse conmigo en la piel
procurando perdurarnos en la aventura.