Lo sé, presumes que ya lo sabías...
Déjame decirte entonces cuándo comenzó: justo el día en que me miraste como si no hubiera nadie más en la habitación a pesar de que estaba llena de gente, mismo momento en el que comprendí que podía perderme en tu mirada y encontrarme en ella.
Te diré cómo: como un océano entero contenido en una presa a punto de quebrantarse.
Te diré por qué: Porque en lo que llevo de vida jamás había sentido tantas ganas de amar, de dar, de sentir que no puedo llegar al final del día sin sentirte de nuevo, de tocarte una vez más, tanto que no dejo de platicarte cómo me fue durante el día aunque no estés presente, como si me encontrara al borde de la locura hablando sola, imaginándote. A estas alturas he pensado seriamente en comprarme un pez para que alguien me escuche.
Te diré hasta dónde: No hasta la Luna, no esta vez; es algo más sencillo y complejo a la vez... hasta que tu corazón logre comprender este amor que por ti siento y le sirva de algo, lo que sea, lo que sienta.
No me detendré mientras pienses que es un amor vano, casual, superficial o repentino...
También quiero aclarar algo: esto que siento no me hace muy feliz, no sé qué hacer con este sentimiento, no lo pedí, de haberlo hecho no habría olvidado en la lista de requisitos el que tú lo entendieras sin alejarte, sin asustarte por no saber qué hacer con este sentimiento, que por cierto he decidido enfrentar.
Por eso, entre esta confusión que manifiesta mi alma, puedo gritarle al mundo entero que te amo... ¿y qué?, aunque ni yo misma sepa qué hacer con lo que siento. Esta vez no puedo controlarlo, se me escapa de las manos.