Recuerdo bien . . . muy bien . . .

Tal parece que fue ayer . . .

Yo, era una niña . . .

Un vestido sucio era el que portaba,

Los cabellos levantados como por el viento,

Las mejillas sucias por el polvo y

Los pies descalzos y rasgados por el paso.

No había tiempo para Mí,

Mi padre agotado llegaba del trabajo y

Sólo pedía un plato y una cama,

Mi madre afanada en el quehacer

Arreglando a otros ocho igual que Yo.

Pasaba el tiempo y Yo crecía como una flor

en un inmenso jardín.

Así mi primaria terminé

Mis hermanos se alegraron

Mi madre lloró

Y mi padre con alta y sonora voz dijo:

Hija, Tú estudiarás!

trabajaré con mayor energía que nunca

invertiré hasta el último centavo de mi bolsa

Pero Tú seguirás!

Levantó su mano izquierda

Y con un movimiento limpio su mano izquierda

Las lágrimas que brotaron de sus ojos.

Seguía pasando el tiempo . . .

Nuestras necesidades eran cada vez más grandes!

Mis hemanos pedían de comer: TENGO HAMBRE!

Palabras que hacían ecos sonoros en los oídos de mi madre

No tengo vestido, no tengo cuaderno . . .

Cuántas y cuántas frases orillaron a mi padre a seguir adelante!

Así, un buen día me acerqué a mis padres y les dije:

pronto se acabarán nuestras penas,

el mes próximo termino mi carrera.

Sus ojos brillaron y una expresión de alegría

dejaba satisfechos sus corazones.

Faltaban ya sólo unos días

y una noticia inesperada rompe la calma de mi casa.

Llega un hombre hasta la puerta de mi casa y dice:

LO SIENTO . . . HA MUERTO . . .

Su trabajo lo absorbía y Él daba todo. . .

Hasta la vida.

La felicidad que nos invadía se convertía en

 llanto, dolor y desesperación . . .

Nadie durmió . . .

Una humilde tumba esperaba a

Un gran hombre: MI PADRE

Él se iba pero sus deseos y

Esperanzas aún vivían,

Debía llegar a la meta . . .

Ahora más que nunca . . .

Su muerte me lo reclamaba.

Así llegó el gran día,

Todos los compañeros llegaron al teatro,

Con su amigos, sus familiares . . .

Pero principalmente con sus padres.

La ceremonia empezó y mi madre no llegaba.

Una voz se escuchó desde la tribuna

Me nombraban, era mi turno

Y debía dar las gracias,

Un nudo sentí en la garganta y

 con medias palabras logré decir:

GRACIAS SEÑORES, GRACIAS MAESTROS.

La ceremonia terminó,

con los ojos empapados me dirijí a mi casa,

con un reproche reclamé a mi madre:

Por qué me fallaste!

Si mi padre viviera estaría orgulloso de Mí,

Acaso tu no lo estás?

Ella entre sollozos me contestó:

Hija mía . . . soy la mujer más feliz del mundo

Mi ausencia en ese lugar fue . . .

Porque toda la gente iría bien vestida,

Yo sólo con un vestido viejo y mi rebozo . . .

Cómo se burlarían de Ti,

Si supieran que esa era tu madre.

Un calor ardiente invadía mi cuerpo

Que me hizo levantarme!

No soy yo un pedazo de Ti

Acaso no me diste todo lo que soy!

Tú y mi padre trabajaban día a día

Noche a noche sin dormir.

Tal vez no tenían ropa elegante

Pero sí un alma noble digna

De ser alabada por todos.

Ella me abrazó diciendo:

GRACIAS DIOS,

Por hacerme caminar por el dolor

Y darme una recompensa de alegría . . .

Yo terminé diciendo:

Bendice a todos los que me han ayudado

A ser lo poco que soy . . .

Gracias por darme a mis padres

Y aún por llevarte a uno

Te doy gracias, gracias

Gracias por la herencia

Por la herencia que disfruto

Siendo lo que soy

Gracias