Los dígitos del reloj me observan borrosos,
el tiempo tiene sueño,
la madrugada teme al sol,
lo culpabiliza de su bella y diaria muerte,
ella duerme a mi lado
tan guapa que me duele el tacto.
Quiero embarazar a mi alma,
que dé a luz en las estrellas,
libre ebrio asesinato
de ambiguas luciérnagas
guías del destino,
eliminar lo cierto
por amor a lo inesperado.
No soy nada,es inequívoco,
a veces me aterra el vacío de mi crisálida
y mis juguetes convertidos en polvo
resaltan la insensatez del ser adulto
amoldando su almohada en whisky
sin dejar siquiera minúscula huella
en el recuerdo incierto del futuro.
A veces quiero huir de todo,
pero el todo es un gordo y deforme
gigante inquebrantable
al que me cuesta sobrepasar
con mi escaso y pobre equipo,
por eso me gusta el silencio,
lo natural y sencillo,
me hace creer que existe
algo realmente honesto
en este mundo plástico.
La televisión de fondo me habla
de espejismos a mi alcance,
pero estoy manco para lo ilusorio,
sordo en plenitud,
ella duerme a mi lado
tan guapa que me duele el insomnio,
no deseo escribir,
solo quiero formar parte de su calma.