Serena decrepitud
Un pergamino impreso en suave terciopelo,
simula el rostro de la abuela.
Dos faros opacos y alejados sus ojuelos,
observan místicos, como si ya no vieran.
Con envidiable calma en su sillón espera,
que alguien de la casa reconozca que aún existe,
Y lleva muchas horas sin escuchar, siquiera,
que alguno comente… parece que está triste.
Con los flecos del chal, sus torpes manos juguetean,
y llenan los confusos recuerdos su memoria,
mientras la leve brisa sus cabellos desordena,
ella teje en su interior, más de una historia.
Sus labios , apenas insinúan una sonrisa,
sus pequeños ojos semejan amatistas,
nadie imagina, que en la historia que ha soñado,
ha sido ella, y nadie más protagonista !!
® Susana Valenzuela 04-08-09