Dudar, solo dudar;
Mirar el paño que cubre mis ojos
y con los ojos cerrados ver tus ojos
parpadear para alguien más,
para darme cuenta que no solo a mí me mirabas
y siempre así me miraste cuando yo te miraba.
Pensar en la inseguridad, rodearse de ella,
estar casi seguro que dudas de mí,
sospechar que alguien más ancla en ti
y no atreverse a pregunta por miedo.
El miedo de saber que es algo cierto,
el miedo de no saber qué hacer si es mentira,
ni poder lograr que no se infunda de nuevo.
Creer que uno no es digno de lo que tiene
que incluso dudar es necesario para amar,
saber que dar amor es un arma de dos filos,
sentir celos de inseguridad con mucha seguridad
admitirlos pero sin decirlos
y decirlos cuando no lo sentimos.
Agradecer las verdades a cada instante
aunque no sea la más esperada
y de la misma forma con la mentira
aunque tampoco sea la más inesperada.
Temblar con un te quiero de tu boca
asumiendo la posición del incrédulo
a sabiendas que ya te era necesario
y esperabas asumiéndolo como un hecho.
Protegerte de mí, de como soy
para protegerme yo también de ti;
Dudar de ti para que dudes de mí,
dudar solos y dudar juntos
para que cada quien tenga en la voz
el esclarecimiento de las dudas de los dos.