Cuando amarte es una gran incógnita,
a mi fragante interrogante tú responde,
entonces amarte aún más me facilita,
las sonrisa de tus labios nada esconde.
Tú y tu alma es harina blanca de espiga,
es palpables en el aire la bondad divina,
digo: cómo no amarte mi reciente amiga,
si con solo mirarme mis deseos adivina.
Tu cabello irresistible me invita a tocarlo,
sentir su sedoso tacto y enredarme con él,
cuanto seduce, no basta solamente rozarlo,
en ellos me camuflaría hasta tocarte la piel.
El pensamiento corroe y llega a mi cabeza,
deliro luna de plata, en mi oloroso riachuelo.
Con mis manos y mis dedos halló certeza,
ya recorren tus curvas elevándome al cielo.
¡Ho…! Sorpresa, el reloj mi sueño despertó,
enredado sueño, una fantasía me abriga,
la hermosa pesadilla de un salto se cortó
y la bella mujer aún sigue siendo mi amiga.
Autor: Alcibíades Noceda Medina