Pronto los frios de otoño se aproximan,
noto su inmediata presencia,
volver a jugar con el viento,
sentir su azote en todo mi cuerpo,
contar una a una las hojas muertas,
y oir su sonido desprendido
antes que al suelo puedan llegar.
Te he de explicar cariño mío,
que cada hoja
de un arbol teñido,
una figura se dibuja
al desprenderse de su nido.
Pero, dónde la intensidad más se crece,
es en su magnífico peregrinar,
una hoja, una cuna que se mece
me hace imaginar...y
mil hojas, se convierten
en lágrimas del lugar.
Un ritual libre y exótico
que por momentos incita
y tiende a excitar
y con un vaivén totalmente pletórico
los amantes se dejan llevar.
Ya es hora amada mía,
a tu lado quiero estar,
esta noche está tan fría,
que ya no puedo disertar.
Son tus ojos y no las hojas
los que me hacen suspirar,
y si tu ahora ya me dejas
nunca lo podría superar.
Soy hoja caida
de un arbol teñido
maldigo mi agonía
por no saberme querido.
Y con una lágrima
en mis ojos, así te digo:
Te he de explicar cariño mío,
que cada hoja
de un arbol teñido,
una figura se dibuja
al desprenderse de su nido.
Enrikt