A cada instante, cruelmente,
tristes recuerdos me acosan;
todos, al mismo tiempo, osan
lastimarme moralmente,
como sentimentalmente.
¡Tantas veces vi morir
el amor! ¡Lo vi partir
en alas del tiempo rudo!
El corazón, triste, mudo,
¡también empezó a sufrir!
Desde entonces comprendí
que el amor llega y se va
y nada nos consolará.
Lo que nunca presentí,
con el tiempo comprendí.
Del amor, ¡cuánta añoranza!
Una virtud que se alcanza
con suma veneración;
cuando llega la ocasión
florece nueva esperanza.
Martín Fuentes Castillo.