Amor anoche soñando te veía caminando,
por la habitación con tu cuerpo desnudo,
ese exuberante y delicioso cuerpo tuyo,
venias desnuda hacia mí, yo no estaba,
contigo a tu lado porque te soñaba,
pero tú me sentías junto a ti y te sentaste,
en la butaca de la habitación abriendo,
tus esbeltas y torneadas piernas donde,
mostrando tu exquisito sexo suave, abierto,
húmedo y tus manos acariciaban tus brazos.
Tus brazos acariciándose a sí mismos como,
si buscaras mis brazos para abrazarte y
de ellos pasaron a tus sedosos y erectos,
pechos donde tus manos jugaban y
se regocijaron jugando con tus areolas y
tus pezones cuan coronas dignas de una reina,
retorciéndotelos con mucho cuidado,
mientras tu cabeza la echabas hacia atrás y
tus ojos ansiosos me buscaban en la oscuridad.
al no poder verme tus ojos muy brillantes,
vidriados se habían cerrado en la penumbra,
pero tus alocadas manos te recorrían y
tu seguías soñando y una de tus manos,
descendió por la sinuosa curva excitante,
de tu ansiado vientre y con la otra mano,
cogías la mía y me ibas acercando a ti,
hasta que sentiste mis labios deseosos de,
tu hermoso cuerpo desnudo me llevabas,
hasta poner mis labios sobre el botón,
que emergía de tu excitado vientre y que,
mágicamente asomando por tu ombligo,
esperando tu atención a la yema de uno,
de mis dedos girando muy despacio sobre él.
De tu garganta asomaba un dulce murmullo,
de agitación, sin más sonido en la habitación,
al primer dedo se unió mi segundo dedo y
deslizándose en la humedad de tu cuerpo,
juntaba mis dos dedos que juntos se adentraron,
en lo más profundo de tu oscura cavidad vaginal,
en tu cálida feminidad penetrándote en la vagina,
por donde emanaban tus dulces mieles y
arqueando tu cuerpo sobre tu espalda y jadeando,
sin respiración casi, pues era muy lenta y
entrecortada se movían tus manos buscando,
mi cara y mi cabeza que ibas acariciando.
Sentía acariciarme tus manos y como me provocaban,
a sentir la alteración de tu cuerpo y tus nalgas,
se levantaban y tu, mi cara adentrabas aun más,
sobre todo tu cuerpo vibrando y muy agitada,
conducías mi boca hasta ponerla sobre tu,
húmeda y excitada vagina por donde yacían,
tus deliciosas mieles, para que yo de ellas bebiera,
con susurros entrecortados solo pedias que,
mi lengua alocada tu clítoris lamiera.