Cerré mis ojos, para verte
¡y ahí estabas!,
tierno y amoroso como siempre.
Y me enamoré de ti, otra vez.
Deseé poder regalarte esos besos, míos,
¡que tanto te gustan!.
Deseé poder reclinar mi cabeza en tu regazo
y soñar con mariposas, y sentirme estelar.
Abrí mis ojos, para soñarte.
En mis sueños
brotaba de mis poros ¡miles mariposas!
que me elevaban en un dulce vuelo
a un mundo impalpable en cuyo cielo
yo era una estrella,
la más brillante estrella
que chispeaba un amor infinito
para encenderte
y mantener así la llama viva de tu amor.
Cerré mi boca, entreabierta,
por la emoción que sentía,
para hablarte de mis sentimientos.
Y surgían palabras brotadas del alma
que danzaban a tu alrededor
con la magia del amor.
Dulzuras asombrosas para enloquecerte.
Sutiles prodigios que nacen de un puro amor.
Abrí mi boca, cerrada por tus besos,
Para pensarte.
Y repasar cada pulgada de tu cuerpo
escrutando, escudriñando el lugar exacto
en donde pudiera tropezar
con el primer verso de amor que me diste.
Y lo hallé en tus labios, y en tus manos,
y en tus cabellos, y en tu respirar,
En tu pensamiento; y en el aire a tu alrededor..
En la calidez de tu abrazo y en tu mirada,
En tu angustia y en tu alegría,
en tu tristeza y en tu sufrir.