Te contemplo y aunque siempre estuviste
tal vez escondida en algún secreter sinuoso,
supe desde entonces que los poemas que me diste
fueron los mensajes que poblaron mis ojos,
que he de decirte, si de hacerlo, creerías
que a una ventisca de tus mares envolventes,
me darás tu quietud y yo el amor de mis días
cualidad de verter mis adentros en tu mente,
y este corazón que late, se ha dado cuenta
que la vida en un dolor no termina, ni amilana
quisiera exparsirte mis insinuaciones violentas
en la arena de tu cenit, envuelto en mis mañanas,
que al seguirte contemplando siento tus pupilas
donde nadie podrá extraérmelas ni un momento,
en ese sitio reservado donde solo tu me miras
y yo te invito siempre a besar mis sentimientos,
cuanto hace que te amaba y sin embargo escondida
en ese lugar del espacio, donde aparecieron tus silencios
me estás devolviendo el alma, me regocijas la vida,
de a poco le devuelves...la calma a mis adentros.