En tu cuerpo domina una nostalgia asfixiante,
tus pensamientos reborbotean intranquilos
en el efluvio de tu mente, suavemente sumergidos
en el resplandor de un eclipse reincidente.
Tus vehementes deseos están ya reprimidos
por el inevitable paso de la ocasión mutante
pero, aunque éstos hayan sido enterrados
en el ocaso del olvido culminante,
si el ingenio se aviva en la llama
del apoteósico edén del subconsciente,
jamás serán sepultados,
todo depende del poder de tu mente.
Pero no te esfuerces en recordar tiempos pasados,
que lo pasado; pasado está
y es inútil querer volver a ellos
cuando sabes que el tiempo
no puede volver hacia atrás.
Por eso, no apagues el volcán de tu destino,
ni dejes de pensar que debes pensar
en el presente,
ni dejes de soñar con un mañana, con un camino
que te guíe seguro hacia donde tú quisieres.
No huyas así del futuro refugiándote en el ayer,
no camines hacia atrás pudiendo hacerlo al revés,
no temas el porvenir;
enfréntate a él.