calibraba apacible Mariella
la fuerza de su furor uterino,
viendo que como un vitorino
en su vientre,tiraba de ella,
y metióse un grande pepino.
relajada con el trabajo fino,
su sueño miraba satisfecha
dar vueltas en torno a su brecha,
viendo cien bergas de pollino
que volvieron a prender mecha.
la segunda vez que tropieza,
con su yema entra al quite
y deja que de nuevo la invinte,
sin el pepino,tanta riqueza
y ver si los jumentos repiten.
¡lástima qué ya esté hecha
la función contra naturaleza,
mas que siga habiendo pureza
de los pollinos que el cielo repecha,
qué con sus alas me dan ligereza!
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