Abrí todas mis ventanas al balcón de tu mirada,
para mirar en tus ojos a los cielos de pizarras,
y pintar en tus luceros, amaneceres de caña,
que por las ramas del día me suben a tu montaña.
Y prendida a los paisajes cautivos de tu mirada,
trepo por tus caderas a las nubes de tu magia,
pintadas en las estrellas que en tus pestañas cabalgan,
como corceles de luna que a mi cintura se abrazan.
Y me voy tras el silencio capturando a la distancia,
para conjugar los verbos de tu piel enamorada,
y dibujar un soneto en el valle de tu alma,
donde arden las fogatas de tu silueta callada,
rozando con mis suspiros tu boca de pentagrama,
cual saeta de la noche, en tus pupilas mojadas
Almaviva