Demasiado tarde,aprendí

El tiempo, ha ido descomponiéndose,
en segundos y en grises, que opacaron
la ternura y la maravilla
de la felicidad, que nacía libremente,
sin fantasmas recuperada del pasado;
al fin sentía libertad,
y podía festejar: la belleza de una vida
sin cadenas, sin espejos rotos,
sin pausas sedientas de lágrimas.
De pronto, diciembre, sucumbió en un grito ahogado.
El resto del mundo quedó paralizado.
Mis manos ensangrentadas, intentaron en vano,
detener la sangre de la felicidad,
que a borbotones escupía
mi corazón.Sintiendo
que el aire le faltaba;
desde entonces
respirar ya no fue fácil.
Yo que tenía, los ojos llenos de paz,
y en mi alma anidaban las mas dulces melodías
de divinidad y gracia compartidas;
yo, empecé a odiar, y en un segundo
todo se hizo oscuridad;
un monstruo sin corazón
se apoderó de mi navidad,
y empezó a matarme de a poco.
Quitándome el penúltimo día del año,
estrujándome en la cara: un año nuevo,
sin sonrisas, con un millón de puñales
devorando mis lágrimas, mis plegarias.
Mi fe desbarrancada,
a la deriva sin misericordia,
moría en la nada, en el vacío,
en el perfecto silencio de una muerte absurda.
Yo morí
y desde entonces,
y solo entonces,
y por entonces,
aprendí: que la felicidad es perfecta
es pura y absolutamente fascinante;
y sin embargo .y es por eso:
los que la acechan son implacables.
Por pretenderla son capaces de todo,
unen en un instante, cielo infierno y purgatorio.
y mientras aún, en el alma ,retumba el eco de la última sonrisa dada,
ellos invaden hieren, descuartizan, matan.
Yo aprendí, demasiado tarde,
que la felicidad tiene que ser custodiada,
Kamilah