La boda del Principe y la libertad

I
El Príncipe ha tomado como esposa
a una asturiana grácil y serena,
a la que considera el pueblo buena,
sencilla, inteligente y majestuosa.
El Príncipe Felipe se desposa
en el mismo Madrid, en la Almudena,
egregia catedral para una reina
que resplandece en mayo como diosa.
Su alteza una andadura nueva inicia,
basada en el amor y la ilusión,
confirmando un proyecto para España,
responsabilidad que le acompaña
siempre en la vida, en cada decisión.
Seguro que su amor nos beneficia. II
Don Felipe encontró en Doña Letizia
la ideal compañera, la Princesa
que ni nació en Palacio ni es francesa;
es la misma Afrodita hecha noticia,
que no hubiera soñado en ser primicia
por su enlace nupcial, por su promesa
de entrega a nuestro Príncipe y a su empresa,
que acoge con amor y sin codicia.
Son jóvenes y están enamorados,
como cualquier pareja tienen sueños
y apasionadamente se desean.
Y quieren que con su boda los vean
por todo el mundo, con los madrileños,
comprometidos, juntos y casados.