He saciado en tu cuerpo,
mi ardiente sed de besos
y así en un instante,
supe alcanzar el universo.
He saciado en tus brazos,
mi insaciable hambre de fuego,
para quedar satisfecho,
de amor,de fé y de encuentros.
He llenado mi alma,
de carencias y de ayunos
y creyendo en los momentos,
en hallazgos oportunos.
Pero llegó el viento,
del otoño agorero
y en el crepitar de las hojas,
se llevó todos los sueños.
La ilusión,le fé y las creencias,
abandonaron mi destino,
para sumirme en silencios,
azotando mis caminos.
Ahora el invierno elegido,
suele acompañarme lento.
Ya todo,se ha ido,
solo la soledad va en aumento.